El síndrome de fatiga crónica es una enfermedad que resulta muy difícil de diagnosticar (e incluso de comprender) para los médicos.
Se trata de una afección física, pero también puede afectar psicológicamente a una persona. Esto quiere decir que una persona con síndrome de fatiga crónica tal vez tenga síntomas físicos, como mucho cansancio y debilidad (cansancio extremo), dolores de cabeza o mareos. Pero es posible que la persona también experimente síntomas emocionales, como falta de interés en sus actividades favoritas.
Para complicar aún más las cosas, no todas las personas con síndrome de fatiga crónica tienen los mismos síntomas. Y los síntomas del síndrome de fatiga crónica con frecuencia son similares a los de otras enfermedades, como la mononucleosis, la enfermedad de Lyme o la depresión. Y los síntomas pueden variar con el paso del tiempo, incluso en la misma persona.
Esto hace que el tratamiento de la enfermedad sea complicado porque no existe un único medicamento o tratamiento que permita abarcar todos los síntomas posibles.
La lista de posibles síntomas que puede tener una persona con el síndrome de fatiga crónica es extensa. Entre los síntomas más comunes se incluyen los siguientes:
Los científicos han estado investigando el síndrome de fatiga crónica desde hace muchos años, pero aún no saben con certeza cuál es la causa.
Muchos médicos creen que la forma en la que interactúan algunas afecciones dentro del organismo y la mente podrían hacer que algunas personas estén en riesgo de sufrir este síndrome. Por ejemplo, si una persona tiene un virus y está bajo mucho estrés, la combinación de estas dos cosas podría hacer que sea más propensa a desarrollar el síndrome de fatiga crónica.
Se cree que estas cosas interactúan entre sí de esta forma y hacen que algunas personas tengan el riesgo de desarrollar el síndrome de la fatiga crónica:
El síndrome de fatiga crónica puede afectar a personas de todas las razas y edades, pero es más común en personas de cuarenta o cincuenta años. Es muy poco frecuente en los niños. Algunos pocos adolescentes tienen síndrome de fatiga crónica y afecta más a las niñas que a los niños.
A veces, varias personas de la misma familia tienen el síndrome. Esto puede deberse a que la tendencia a desarrollar el síndrome de fatiga crónica es genética.
En este momento, no existe un examen para determinar si una persona tiene síndrome de fatiga crónica. Los médicos hacen muchas preguntas (acerca de los antecedentes médicos de una persona y de la salud de todos los integrantes de la familia, los medicamentos, las alergias, el tabaco y los hábitos de bebida, etc.). También harán un examen físico detallado.
Los médicos suelen pedir análisis de sangre, de orina y de otros tipos para buscar enfermedades que causan síntomas similares. Tal vez envíen a una persona a ver a un especialista (como un especialista en sueño o un neurólogo) para que ayuden a hacer un diagnóstico.
Quizás un médico sugiera visitar a un psicólogo o un terapeuta que pueda determinar si es posible que existan trastornos de salud mental que puedan estar contribuyendo o enmascarando el síndrome de fatiga crónica.
No existe una cura para el síndrome de fatiga crónica. Pero los expertos dicen que los siguientes cambios en el estilo de vida pueden resultar de ayuda:
Reunirse regularmente con un terapeuta o un consejero puede ayudar en el tratamiento del síndrome de fatiga crónica. (También puede ser útil participar de un grupo de apoyo para personas con este síndrome). Los principales objetivos de la terapia son ayudar a las personas a hacer frente a la enfermedad y a cambiar los pensamientos o sentimientos negativos y poco realistas por pensamientos y sentimientos positivos y realistas.
Es de mucha ayuda tener una sensación positiva de que puedes mejorar. La terapia y los grupos de apoyo también pueden ayudar a los adolescentes con síndrome de fatiga crónica y sus padres a enfrentar los desafíos académicos y sociales que acompañan a esta enfermedad, como la ausencia reiterada a clase, las malas calificaciones o el retraimiento de acontecimientos sociales o de los amigos.
Es posible que los médicos recomienden medicamentos con receta o de venta libre para algunos de estos síntomas.
Lo más importante es que no te rindas. Tener el síndrome de fatiga crónica puede ser complicado. Pero para la mayoría de las personas, los síntomas son más graves al principio. Más adelante, pueden ir y venir. Los adolescentes con síndrome de fatiga crónica suelen mejorar más rápido y recuperarse mejor que los adultos. La mayoría de los adolescentes logran una recuperación parcial o total dentro de los 5 años posteriores a la aparición de los síntomas.
Es importante mantener un enfoque positivo para mejorar y no buscar las causas del síndrome de fatiga crónica. Las personas que asumen el control y mantienen su optimismo pueden tener un buen resultado.
Reviewed by: Elana Pearl Ben-Joseph, MD
Date Reviewed: 01-07-2018