Es natural sentirse cohibido, ponerse nervioso o sentir vergüenza o timidez ante otras personas de vez en cuando. La mayoría de la gente atraviesa esos momentos cuando lo necesita. Pero en algunas personas, la ansiedad que acompaña a esa timidez y cohibición es excesiva.
Cuando la gente se siente tan cohibida y ansiosa que no puede hablar o socializar la mayor parte del tiempo, es probable que la causa sea más que la timidez. Se puede tratar de un trastorno de ansiedad llamado fobia social (también conocido como ansiedad social).
Los sentimientos extremos de timidez e inhibición se trasforman en un miedo poderoso. Consecuentemente, la persona se siente incómoda al participar en situaciones sociales todos los días.
La gente con fobia social suele ser capaz de interactuar con su familia y unos pocos amigos cercanos. Pero conocer gente nueva, hablar en un grupo o en público pueden hacer que su timidez excesiva se ponga de manifiesto.
En la fobia social, la timidez excesiva, la inhibición y el miedo a sentir vergüenza interfieren en la vida diaria. En vez de disfrutar de las actividades sociales, las personas con fobia social temen este tipo de situaciones y pueden llegar a evitarlas por completo.
Al igual que otras fobias, la fobia social es una reacción de miedo ante algo que, en el fondo, no es peligroso; pero la mente y el cuerpo reaccionan como si se tratara de un peligro real. Esto significa que la persona tiene sensaciones físicas de miedo, como respiración y pulso acelerados. Estas reacciones forman parte de la respuesta de lucha-huida de nuestro cuerpo. Están causadas por un súbito incremento de la epinefrina y otras sustancias químicas que preparan al cuerpo para luchar o para escapar rápidamente.
Este mecanismo biológico se activa cuando tenemos miedo. Se trata de una respuesta incorporada en nuestro sistema nervioso que nos alerta del peligro para que nos podamos proteger. En la fobia social, esta respuesta se activa demasiado a menudo, con demasiada intensidad y en situaciones en las que no se debería activar. Puesto que las sensaciones físicas que acompañan a esta respuesta son reales (y a veces son bastante fuertes), el peligro también parece real. Por lo tanto, la persona puede reaccionar paralizándose y sentirse incapaz de interactuar.
Mientras el cuerpo experimenta estas sensaciones físicas, la mente siente emociones como el miedo o el nerviosismo.
Las personas con fobia social suelen interpretar estas sensaciones y emociones de una manera que las lleva a evitar la situación ("Oh, no, el corazón me está latiendo muy deprisa, esto debe de ser muy peligroso; será mejor que lo evite"). Otra persona puede interpretar las mismas sensaciones físicas de una forma diferente ("Vaya. El corazón me está latiendo muy deprisa. Me estoy poniendo nervioso porque ya casi es mi turno para hablar. Siempre me ocurre. Pero no pasa nada").
Cuando una persona tiene fobia social, sus temores y preocupaciones se centran en su conducta social; sin importar que se trate de una presentación importante en la clase o de una pequeña charla junto a los casilleros.
La gente con fobia social se suele sentir cohibida y molesta ante la posibilidad de que otras personas la vean o la juzguen. Son más sensibles al miedo a pasar vergüenza, a hacer el ridículo, a cometer errores, a recibir críticas o que los demás se rían de ellas. Nadie quiere pasar por este tipo de circunstancias. Pero la mayoría de las personas no dedica mucho tiempo a preocuparse por eso. El miedo y la ansiedad son desproporcionados para la situación.
En la fobia social, las ideas y los miedos sobre lo que piensan los demás se exageran en la mente de la persona. La persona se empieza a centrar en los aspectos embarazosos que podrían ocurrir en vez de pensar en las cosas positivas. Esto hace que la situación parezca mucho peor de lo que es, y también hace que la persona tienda a evitarla.
La fobia social afecta a la vida de una persona de varias formas, entre las que se incluyen las siguientes:
Algunos niños y adolescentes son sumamente tímidos y tienen tanto miedo a hablar con los demás que no hablan en absoluto con algunas personas (como un profesor o alumnos que ellos no conocen) o en algunos lugares (como en las casas de otras personas). En algunos casos, este tipo de fobia social recibe el nombre de "mutismo selectivo".
Las personas con mutismo selectivo pueden hablar. De hecho, tienen conversaciones absolutamente normales con aquellos con quienes se sienten cómodos o bien en ciertos lugares. Pero otras situaciones les provocan tal grado de ansiedad que no son capaces de hablar en absoluto.
Algunas personas pueden interpretar erróneamente su silencio como una actitud de soberbia o de mala educación. Pero en el mutismo selectivo y la fobia social, este silencio se debe a la incomodidad y al miedo, no a una mala predisposición a cooperar, ni a la falta de respeto o de educación.
Tanto los niños, como los adolescentes y los adultos pueden tener fobia social. En la mayoría de los casos, este trastorno empieza cuando una persona es joven. Al igual que otros problemas relacionados con la ansiedad, la fobia social se desarrolla debido a una combinación de los siguientes tres factores:
Comportamientos aprendidos de modelos de rol (sobre todo, de los padres). El temperamento naturalmente tímido de una persona se puede ver afectado por lo que aprende de sus modelos de rol. Si los padres y otras personas reaccionan sobreprotegiendo a un niño tímido, el niño no tendrá la oportunidad de acostumbrarse a situaciones nuevas y a personas nuevas. Con el tiempo, la timidez puede acabar evolucionando a una fobia social.
Los padres tímidos también pueden sentar un ejemplo, de forma involuntaria, al evitar ciertas interacciones sociales. Un niño tímido que vea esto aprenderá que socializar resulta incómodo y estresante, y que es mejor evitarlo.
Lo bueno es que el efecto de estas experiencias negativas se puede revertir con un esfuerzo lento pero constante. El miedo se puede aprender. Y también es posible aprender a dejar de tener miedo.
Las personas con fobia social pueden aprender a gestionar el miedo, desarrollar la confianza y las habilidades necesarias para afrontar situaciones difíciles y dejar de evitar las cosas que les provocan ansiedad. Pero no siempre es fácil. Superar la fobia social significa tener la valentía de ir más allá de lo que te resulta cómodo, yendo poco a poco.
A continuación, encontrarás quién puede guiar y apoyar a una persona a superar su fobia social:
Para afrontar la fobia social es necesario tener paciencia, valentía para hacer frente a los miedos y probar cosas nuevas, y la disposición a practicar. Es necesario el compromiso de seguir adelante, en vez de retirarse cuando apriete la timidez.
Poco a poco, una persona que decide superar su timidez extrema puede aprender a sentirse más cómoda. Cada pequeño paso hacia delante ayuda a aumentar la confianza para tomar el siguiente pequeño paso. A medida que la timidez y los miedos vayan desapareciendo, la confianza y los pensamientos positivos irán creciendo. Bastante pronto, la persona pensará menos en lo que podría hacerla sentirse incómoda y más en lo que la podría divertir.
Reviewed by: Shirin Hasan, MD
Date Reviewed: Aug 10, 2018