La roséola es una enfermedad viral que afecta mayoritariamente a los niños de entre 6 meses y dos años de edad. También se conoce como la sexta enfermedad, exantema súbito o roseola infantum.
Se suele asociar a varios días de fiebre alta, seguidos de una erupción característica que aparece justo cuando remite la fiebre.
La mayoría de los niños con roséola desarrollan fiebre alta (a menudo superior a 103°F o 39,5°C) durante generalmente de 3 a 5 días. Durante la enfermedad, un niño puede estar inquieto o irritable, no comer tanto como de costumbre, tener dolor de garganta y puede tener inflamados los ganglios linfáticos del cuello. También pueden tener síntomas respiratorios leves (como secreción nasal o tos) o síntomas gastrointestinales (como diarrea o vómitos).
La fiebre alta suele terminar repentinamente y aproximadamente al mismo tiempo comienza una erupción en el tronco que luego se extiende al cuello, la cara, los brazos o las piernas. En personas con piel clara, la erupción puede verse como manchas rosadas o rojas. En personas de piel más oscura, las manchas pueden ser más difícil de ver. Por lo general, no pica.
La fiebre, que sube rápidamente, puede desencadenar convulsiones febriles (convulsiones causadas por la fiebre) aproximadamente en entre el 10 % y el 15 % de los niños pequeños que contraen esta enfermedad. Entre los signos de una convulsión febril, se incluyen los siguientes:
Hay dos virus frecuentes y muy relacionados entre sí que pueden causar la roséola: el virus del herpes humano (VHH) tipo 6 y el tipo 7. Estos virus pertenecen a la misma familia que el virus del herpes simple (VHS), pero no causan las calenturas (o pupas labiales) ni las infecciones genitales que puede causar el VHS.
La roséola es contagiosa. La infección se propaga cuando un niño con roséola habla, estornuda o tose, expeliendo gotitas infectadas en el aire que otras personas pueden inspirar. Las gotitas también se pueden acabar depositando en las superficies del entorno; y si otras personas tocan esas superficies y luego se tocan la boca o la nariz, se pueden infectar.
La roséola es más contagiosa durante la fase de fiebre. Una vez que baja la fiebre y aparece el sarpullido, el niño puede regresar a la guardería o al preescolar.
El virus también puede ser transmitido por personas que no presentan síntomas, porque permanece en el cuerpo después de infectarse.
No hay ninguna forma de prevenir la roséola. Pero, puesto que afecta mucho más a los niños pequeños que a los adultos, se cree que un episodio de roséola en la infancia puede proporcionar alguna inmunidad de larga duración a esta enfermedad. Se puede contraer la roséola varias veces, pero no se trata de algo frecuente.
La fiebre de la roséola dura de 3 a 5 días, y va seguida de una erupción que dura de varias horas a varios días.
Para hacer el diagnóstico, el médico preguntará por los antecedentes médicos del paciente y lo explorará. El diagnóstico de roséola suele ser incierto hasta que baja la fiebre y aparece la erupción. Por lo tanto, el médico puede pedir que se hagan pruebas para asegurarse de que no haya otra infección que esté causando la fiebre.
La roséola generalmente no necesita atención médica. El tratamiento se centra en aliviar los síntomas. Los antibióticos no pueden tratar la roséola porque la causan los virus, no las bacterias.
El paracetamol (como la marca Tylenol) o el ibuprofeno (como las marcas Advil o Motrin) pueden ayudar a aliviar la fiebre si esta le causa molestias al niño. Nunca le dé aspirina a un niño que tenga una enfermedad viral porque dicho uso está relacionado con el síndrome de Reye, que puede provocar insuficiencia hepática y la muerte.
Aunque algunos padres usan baños de esponja con agua tibia para bajar la fiebre, no existen pruebas de que estos baños funcionen realmente. De hecho, estos baños pueden hacer que los niños se sientan molestos. No le dé nunca a su hijo un baño de agua fría o helada ni tampoco friegas con alcohol.
Para prevenir la deshidratación a causa de la fiebre, anime a su hijo a beber muchos líquidos, como leche materna, fórmula y solución de rehidratación oral (Pedialyte, Enfalyte o una marca de la tienda). También puedes darle agua, sopa o gelatina con sabor. Para aliviar el dolor de garganta, los líquidos fríos o congelados (como las paletas heladas) son ideales.
Llame al médico si su hijo parece débil o menos activo de lo habitual o si no quiere beber líquidos o amamantarse. Si su hijo tiene una convulsión, pida ayuda médica de urgencias de inmediato.
Reviewed by: Yamini Durani, MD
Date Reviewed: May 10, 2023
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