Es sigilosa, es silenciosa, y te puede dañar de forma permanente el hígado. Se llama hepatitis. Algunas personas tienen hepatitis durante muchos años sin saberlo y entonces descubren que tienen el hígado dañado debido a esta enfermedad.
La hepatitis es una inflamación, una especia de irritación o infección del hígado.
El hígado, que se encuentra en el lado derecho del abdomen, es un órgano importante. Elimina las toxinas (venenos) de tu sangre, fabrica un jugo digestivo llamado bilis, mantiene tu cuerpo bien alimentado con la cantidad adecuada de glucosa, te regula las hormonas, y desempeña otras funciones importantes. Cuando el hígado se ve afectado o lesionado como consecuencia de una inflamación o una infección, no puede desempeñar eficazmente todas sus funciones.
Hay varias formas diferentes de contraer la hepatitis. Las dos formas más frecuentes son:
Aprendamos más cosas sobre los tipos más frecuentes de hepatitis vírica.
La hepatitis A es el tipo de hepatitis más frecuente en los niños. El virus vive en las heces (caca) de la gente que ha contraído la infección. Por eso es tan importante que te laves las manos después de ir al baño. Si no te las lavas y luego te preparas un bocadillo, podrías ayudar al virus de la hepatitis A a acabar en el bocadillo ¡y a entrar en tu cuerpo!
Las verduras y hortalizas, las frutas y el marisco (como las gambas y los langostinos) también pueden transmitir la hepatitis si se recogen en aguas contaminadas o han vivido en condiciones de falta de higiene. La hepatitis A dura poco y, cuando la persona afectada se recupera, no la vuelve a contraer.
Las siguientes recomendaciones pueden ayudar a la gente a mantenerse a salvo de la hepatitis A:
El hecho de vacunarse ayuda al cuerpo de la persona a fabricar anticuerpos que la protegen contra esta infección. La vacuna de la hepatitis A se administra ahora a todos los niños que tienen entre 1 y 2 años de edad, y a la gente que viaja a países donde el virus podría entrar en los alimentos y en el suministro de agua.
Aunque la hepatitis A es una enfermedad de corta duración que remite por completo, la hepatitis B y la hepatitis C se pueden transformar en enfermedades graves y de larga duración en algunas personas. Los adolescentes y los adultos jóvenes tienen más probabilidades de contagiarse con estos dos virus.
Las hepatitis B y C se contagian de una persona a otra del mismo modo que el VIH (virus de la inmunodeficiencia humana), a través del contacto directo con fluidos corporales infectados. Las hepatitis B y C son incluso más fáciles de contagiar a través de fluidos y agujas que el VIH. El contagio puede ocurrir al mantener relaciones sexuales y al compartir jeringuillas y/o agujas (que se usan para inyectarse drogas) que estén contaminadas con sangre infectada. Aunque la gente infectada no tenga ningún síntoma, aún y todo puede trasmitir la enfermedad a otras personas.
A veces, madres que padecen una hepatitis B o C contagian el virus a sus bebés durante el parto. Las hepatitis B y C también se pueden contagiar de formas que tal vez no te habrías imaginado, como cuando a una persona le hacen la manicura o la pedicura con un cortaúñas no esterilizado u otros instrumentos sucios. Hacerse un tatuaje usando agujas sucias es otra vía de contagio de las hepatitis B o C.
Hoy en día, a todos los bebés se les vacuna contra la hepatitis B en una serie de inyecciones que se administran a lo largo de un período de 6 meses. Los médicos también recomiendan vacunar a todos aquellos niños y adolescentes menores de 19 años de edad que no se vacunaron cuando eran bebés o que no se pusieron las tres dosis.
Lamentablemente, aún no disponemos de ninguna vacuna contra la hepatitis C.
Algunas personas con hepatitis pueden no presentar ningún signo de la enfermedad. Hay otras que pueden presentar los siguientes síntomas:
Si un médico sospecha que alguien puede tener hepatitis, es probable que le haga las siguientes preguntas:
Es posible que el médico le mande también un análisis de sangre para comprobar si tiene hepatitis y qué tipo de hepatitis tiene, a fin de ayudarle a recibir un tratamiento adecuado.
Cuando una persona tiene hepatitis, necesitará beber suficiente líquido, comer alimentos saludables y descansar. Es posible que los demás miembros de su familia deban ponerse la vacuna de la hepatitis, en el caso de que no se la hubieran puesto antes.
Más adelante, la persona se deberá someter a análisis de sangre, a modo de seguimiento de la enfermedad. A menudo, estos análisis indicarán que la persona ha dejado de tener hepatitis. A veces, los análisis de sangre indicarán que la persona se ha convertido en portadora del virus de la hepatitis, es decir, que, a pesar de no presentar síntomas de esta enfermedad, la podrá seguir contagiando a otra gente.
A veces, los análisis de sangre indicarán que la persona sigue teniendo una hepatitis B o C, lo que significa que ha desarrollado una hepatitis crónica o de larga duración. En estos casos, deberá comer alimentos saludables y cuidarse mucho, descansando y yendo al médico con regularidad. En algunos casos de hepatitis crónica, el médico puede recetar un medicamento especial para tratar esta afección.
Esperamos que estos consejos sobre cómo plantarle cara a la hepatitis te ayuden a mantenerte sano. Por raro que pueda parecer, ¡puedes cuidarte el hígado lavándote bien las manos y tomando decisiones inteligentes!
Reviewed by: Jolanda M. Denham, MD
Date Reviewed: Aug 13, 2017